Sueño
Odio la noche. Todas las noches. El miedo crece. Crece al llegar el atardecer, crece a medida que se consumen las horas y se me escurren los minutos del día.
No pienso en nada. No creo en nada. Sé que tengo que dejarlo todo para escapar, pero vaciarme de todo solo me va llenando de más. Así me obsesiono. Analizo. Busco problemas y descarto soluciones.
El terror me envuelve en la noche. Me esfuerzo por no mirar a los ojos del guardián del tiempo, el que tiene la vista gorda… Se fija en lo mundano, es duro de oído y anda en vueltas para toda la eternidad, aunque la eternidad llegue más pronto de lo esperado.
Observo los muros cerrándose sobre mí… ¿Es una fantasía? ¡Un sueño! ¿Estoy durmiendo ya?
Estoy sudando y me da frío. Este monstruo surge de la oscuridad de mi propia sangre, de una mente que nunca se calma. Debo relajarme. Respiro profundamente, pero la obsesión lo alimenta. No puedo parar las preguntas. Reviso el día, intento contar las respiraciones, pero noto que mi corazón va latiendo cada vez más fuerte. Y apenas encuentro el coraje y la fuerza, los tiro al cajón de trastos. Será el primer lugar que los busquen los ladrones que aparecen por la noche mientras mi mente enferma se dispersa en busca de un escondite, y mi alma desesperada chilla con voz sorda.
¿Estoy volando, cayendo, ahogando? Ando por un pasillo, pero no sé dónde estoy ni adónde voy...ni si estoy yendo. ¿Quiénes son? ¿Te conozco?
Me quedo jadeando por el aire. Escucho el ladrido de un perro de fondo, el canto de los pájaros... Mi ropa empapada.
La madrugada llega justo a tiempo, pienso. Me despierto, creo, al ver que no estoy muerto. Agotado, aliviado… al menos hasta que me levante de la cama para empezar el día, lo que es cada vez más corto.
Odio el día.
Richard Carr
richec63@gmail.com