"Independientemente de los éxitos de la ex ministra Chrystia Freeland en el comercio internacional, ella tomó algunas decisiones controvertidas ante problemas complejos que viven países como Venezuela, Chile, Bolivia y ahora Colombia". -John Kirk, profesor de Estudios latinoamericanos en la Universidad Dalhousie- El primer ministro Justin Trudeau presentó la semana pasada la composición del nuevo consejo de ministros de su gobierno minoritario federal. Uno de los grandes cambios aportados a su gabinete fue la designación de la exministra de Relaciones Internacionales, Chrystia Freeland,al cargo de viceprimera ministra. John Kirk, de la Universidad Dalhousie, en la provincia de Nueva Escocia, dice que durante los primeros 14 meses de gobierno liberal en 2015, la entonces ministra Chrystia Freeland estuvo muy involucrada en el tema de lograr la firma del nuevo tratado de libre comercio norteamericano entre Canadá-Estados Unidos y México. "Pero la política internacional de Canadá en general se fue a la deriva, en particular en América latina. Luego, cuando surgieron los problemas en Venezuela, Canadá tomó una iniciativa muy importante al liderar el Grupo de Lima para presionar la salida del gobierno de Nicolás Maduro" afirma. Así comienza la entrevista con John Kirk, profesor de Estudios latinoamericanos en la Universidad Dalhousie, en Halifax y autor de numerosos libros sobre la región. Le preguntamos cómo analiza el periodo 2015-2019 en términos de política exterior de Canadá hacia Latinoamérica. Un punto de inflexión decisivo dice Kirk fue la creación a mediados del 2017 del Grupo de Lima, un organismo ad hoc de 14 países, para "abordar la situación crítica en Venezuela y explorar formas de contribuir a la restauración de la democracia". El Grupo no se limitó a cuestionaron la legitimidad de los resultados de las controvertidas elecciones de 2018 que regresó al poder al presidente Maduro. “Además intentaron organizar un golpe para reemplazar a Maduro con Juan Guaidó, un diputado de la Asamblea Nacional previamente desconocido pero el elegido de Washington para ser presidente venezolano”. Desde entonces la política de Canadá ha seguido a la deriva. Pero han pasado cosas interesantes porque aunque criticó fuertemente al gobierno de Maduro, Freeland no ha dicho casi nada con respecto al abuso de los derechos humanos en países que son miembros del Grupo de Lima. Y a pesar de esa vergüenza, Canadá cometió casi el mismo error dice Kirk. Los casos de Chile y Bolivia John Kirk señala que después de esta indignación selectiva, surgieron los casos de Chile y Bolivia. Los manifestantes marchan frente al palacio presidencial de La Moneda en Santiago, Chile, durante una protesta contra el gobierno el 21 de noviembre. La policía de Chile dijo el martes que habían suspendido el uso de perdigrones durante las protestas callejeras en medio de una protesta por las lesiones oculares sufridas por los manifestantes. (Johan Ordonez / AFP a través de Getty Images) Canadá se hizo el distraído, ignorando totalmente lo que sucede en Chile, donde fueron asesinadas 23 personas en las últimas dos semanas, 2 300 heridos, 300 personas que perdieron la vista de un ojo como resultado de la represión de la policía. En Chile hay una frustración tremenda con el gobierno de Piñera y Canadá no dijo nada públicamente sobre esta represión. Luego se hizo nuevamente el distraído ante el abuso y violación de los derechos humanos en el golpe de Estado en Bolivia, dice Kirk. El caso de Bolivia es aún más llamativo. Un golpe de Estado y un presidente, Evo Morales, que tiene que abandonar el país. Creo que Canadá debería haber criticado la forma en que la auto proclamada presidenta Añez asumió el poder. Global Affairs Canada anunció que trabajaría y apoyaría a la autoproclamada presidenta de Bolivia, Jeanine Añez, una mujer con una historia de hostilidad hacia los pueblos indígenas de Bolivia,