Le tememos tanto al fracaso que el éxito resulta inalcanzable. Nos creemos el cuento de que el éxito está reservado solo para algunos pocos. Pensamos que el fracaso es lo que nos espera a la gran mayoría. Parece que existe una ley universal que afirma tal miseria. La realidad es que no son más que idealizaciones del éxito y las personas exitosas. Nos encontramos sesgados por nuestros propios mapas mentales que nos atan a lo que creemos que somos y dejamos que el destino decida nuestro rumbo. Y no quiero decir que deberíamos dejar que todo fluya y no buscar nuestros propios caminos, aunque, en cierto punto de nuestro poder de decisión, perdemos el control de la realidad. Existen tantas variables que alteran el destino de nuestros caminos… no solo se escapan de nuestro control sino que quedan por fuera de nuestro entendimiento. Pensar en este hecho puede resultar desgarrador, aunque en verdad es el milagro mismo de la vida. El desorden que rige la existencia es tan firme que resulta imposible para los humanos controlar el destino.
Para no irme tanto por las ramas, lo que busco desarrollar en este capítulo es la hipocresía parásita del ser humano que, por un lado, piensa imposible alcanzar el éxito debido a las misteriosas variables incontrolables pero, por el otro, asegura que el destino se encuentra en sus manos y busca con insaciables ansias controlarlo. Con algunas herramientas para encarar al ego y disolverlo, te voy a proponer repensar lo que crees que sos.
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