El movimiento de protesta en Chile entró este lunes en su tercera semana a pesar del anuncio de muchas medidas sociales por parte del gobierno. Comenzó con una protesta contra el aumento en el precio del metro y rápidamente se expandió a toda una serie de reclamos. Los problemas se han acumulado en los últimos treinta años. Soy responsable de una parte de ellos y lo asumo, pero no soy el único responsable. -Sebastián Piñera, presidente de Chile ¿Alcanza el mea culpa del presidente chileno para poner fin a las protestas? Mientras el gobierno siga reprimiendo y violando los derechos humanos las manifestaciones van a continuar. - Estefania Milla Moreno, candidata al doctorado en la Facultad forestal y de ciencias de la conservación en la Universidad de Columbia Británica. Escuche ES_Entrevue_1-20191105-WIS10 Manifestantes exhiben banderas y pancartas durante una protesta contra el presidente Sebastián Piñera en Santiago, Chile. (Marcelo Hernández / Getty Images) Después de 20 muertos, centenares de civiles heridos, 4 mil detenidos y denuncias de violaciones de los derechos humanos, ni el gobierno ni la oposición dan respuesta a la insatisfacción por el tipo de sociedad que prevalece en Chile, desigual en todos los frentes, dicen activistas y expertos. ¿Cómo percibe una chilena que vive en Canadá la situación explosiva de su país de origen? Con muy buenos ojos, dice Estefanía. “Siento que Chile es un país muy resiliente”. Para la doctorante de Vancouver, cualquier persona que quiera comprender lo que pasa en Chile hoy, inevitablemente tiene que regresar al pasado no tan lejano de ese país en el periodo dictatorial de los años 70 y 80. “Hubo una generación entera viviendo en un sistema muy desigual, en un país muy rico en recursos naturales. Ahora además, muy diverso por la cantidad grande de inmigrantes que lo habitan. También están los pueblos originarios, algunos de los cuales se reconocen como chilenos. Y toda esta gente que está en Chile ahora y en especial aquellos que pasaron tiempos de dictadura han tenido que vivir tres décadas bajo un sistema donde la riqueza está concentrada en grupos muy pequeños”. "Hay gente que se suicida porque no le alcanza para rendir con sus gastos básicos". Rebelados por las desigualdades sociales y una élite política considerada completamente desconectada de la vida cotidiana de la gran mayoría de los chilenos, los manifestantes demandan, entre otros, una revisión de la Constitución, heredada del período de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), así como profundas reformas del modelo económico ultraliberal chileno. Estefanía Milla Moreno resume bien el sentimiento que embarga a los chilenos cuando se habla de constitución. “La Constitución que nos rige hoy fue redactada por pocas personas en una sala cerrada y todos los demás acatamos. Esta es una de las cosas que la gente resiente más. Que nunca fue representativa”. Una mujer sostiene la bandera chilena en los escalones del Museo Canadiense de Derechos Humanos durante un mitin en Winnipeg el lunes. (Kevin Nepitabo / CBC) Un movimiento horizontal Para Milla Moreno la esperanza de una salida democrática y sin más violaciones de los derechos humanos reside en la manera en que el movimiento de protesta se está organizando. “Un movimiento que es muy horizontal, muy diverso y que responde a una angustia que han vivido muchas personas mucho tiempo dentro de un sistema que es muy clasista, racista, elitista, discriminador”. Mientras tanto las protestas y la violencia no dan tregua. ¿Haría falta articular el movimiento de protesta para salir de ese círculo? ¿Liderazgos que permitan un canal donde puedan manifestarse los distintos intereses y necesidades? Estefanía no lo cree. “La gente en general busca una cabeza, un líder. Pero yo creo que es ventajoso que no haya una sola cabeza.” Para ella lo mejor que puede ocurrir es que este movimiento de protesta sea horizontal.