En su libro “El dilema del innovador”, Clayton Christensen, un reconocido estratega de la Universidad de Harvard, analiza por qué incluso las mejores empresas pueden fracasar. Christensen atribuye estos fracasos a decisiones que ignoran nuevas tecnologías y cambios en el mercado. Ejemplos notables incluyen Kodak y Blockbuster, que desestimaron la fotografía digital y el streaming, respectivamente. Christensen destaca la importancia de la innovación disruptiva, que redefine mercados y permite a nuevos competidores superar a los líderes establecidos. Este tipo de innovación es crucial para adaptarse y prosperar en un entorno en constante cambio. Muchos innovadores ven más allá de las perspectivas tradicionales, aplicando su creatividad para abrir nuevos mercados y tecnologías. La innovación disruptiva no surge en el mismo mercado, sino que transforma o destruye mercados existentes, como el automóvil reemplazó a los carros tirados por caballos y Netflix a las tiendas de renta de películas. Según Clayton Christensen, las empresas exitosas pueden fracasar si se duermen en su zona de confort y no prestan atención a los cambios tecnológicos. La disrupción ocurre cuando nuevos modelos de negocio, impulsados por tecnologías novedosas, atienden a consumidores desatendidos y crean nuevas necesidades. Christensen recomienda que las empresas se adapten y aprovechen las nuevas tecnologías para evitar el fracaso.