A una edad en que las niñas juegan, estudian, y empiezan a imaginar y soñar su lugar en el mundo, la vida de ella se quebró. Durante muchos años. En México y en Japón. Al llegar a Canadá, se abrió una rendija por la que se coló un hilo de luz. Esta es una historia de resiliencia, de valentía, de perseverancia y generosidad. El regreso a la vida de Norma Bastidas Vancouver, un atardecer cualquiera. No es difícil imaginar a Norma Bastidas paseando junto a sus hijos pequeños, hace algunos años ya. Le gusta respirar esa ciudad a todo pulmón, se siente segura, protegida. Allí logró estudiar y obtener su diploma en administración de empresas. Pero por sobre todas las cosas, lo que más valora Norma, es haber podido construirse una vida en este país en un anonimato total. “Todo resultó muy diferente, fue como poner un espacio físico y mental. Me pude crear de nuevo. La gente no sabía de mi pasado, no había manera de que me criticaran. Las leyes canadienses eran diferentes. Aunque me separé de mi esposo muy rápido y me quedé como madre soltera de dos niños, me di cuenta de que podía.” Norma solo había conocido abusos, violencia y explotación sexual. El contraste de su vida en Canadá era abismal. En lugar de explotarme me ayudaron a salir de esa vulnerabilidad, cuenta. Empezó a ganar dinero y estaba esperando una promoción para directora de mercadotecnia cuando su hijo de 11 años fue diagnosticado con una enfermedad de la vista que lo conduciría inevitablemente a la ceguera. El diagnóstico cayó como un rayo sobre su cabeza. Distrofia retiniana con vara cónica, una enfermedad degenerativa del ojo. “Por la enfermedad de mi hijo tuve que dejar el empleo y allí todo se me vino encima. La historia se repite. Pensé en mis 11 años y me dije: no. No voy a hundirme nuevamente ni me voy a esconder. Esto lo voy a enfrentar. Ya no quería esconderme más por las noches detrás de una botella de alcohol. Necesitaba estar presente para poder ayudar a mi hijo. Y fue cuando empecé a correr”. Desde ese momento Norma Bastidas cambió la botella por las zapatillas. Y ya nunca más paró de correr. Escuche la entrevista con Norma Bastidas Entrevista con Norma BastidasES_Entrevue_1-20190306-WIS10 La mujer más rápida de la historia A los seis meses de empezar a correr se clasificó para la maratón de Boston. Participó en muchas otras. Una de las primeras fue la Carrera de la Muerte, 125 km por las Rocosas canadienses. Riéndose, Norma dice que se llama así no porque sea tan difícil, sino porque cuando uno llega a la línea final, tiene cara de cadáver. Pero esta ultra maratonista hizo mucho más: pasó a la historia. 7 maratones, en 7 continentes en 7 meses En 2009, Norma asumió el desafío: el "777 Run for sight" Norma Bastidas al nado El 11 de julio de 2009, Norma se convirtió en la mujer más rápida de la historia en correr en siete de los entornos más implacables del planeta en siete continentes separados en siete meses. Norma pisó las selvas de Brasil y los desiertos más secos del mundo, pasó por la Antártida, Canadá, Australia, África y China, todos en apoyo de los ciegos y los discapacitados visuales. Corrió 1272 kilómetros. Lo hizo en apoyo a la Foundation Fighting Blindness de Canadá, la Fundación que lucha contra la ceguera, recaudando miles de dólares a su paso. Lo sigue haciendo hasta el día de hoy. En 2011, fue seleccionada como una de las protagonistas del documental de la presentadora estadounidense Oprah Winfrey: "Extraordinary moms" ("Mamás extraordinarias"), en el que también figuraron Hillary Clinton y la periodista británica Christiane Amanpour. Norma ya era reconocida y celebrada en el mundo como atleta y madre. “Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarse a que éste te devore por dentro”. − Frida Khalo Pero el autoimpuesto mutismo sobre una gran parte de su vida antes de llegar a Vancouver, para poder vivir en paz pensaba ella, empezó a pesarle, a resquebrajarse.