• Lecturas Matutinas 23 de noviembre "El discípulo no tiene que ser más que su Maestro"
    Nov 23 2024
    El discípulo no tiene que ser más que su Maestro
    Comunión con Él (1 Juan 1:6)

    Cuando por la fe fuimos incorporados a Cristo pasamos a tener una comunión tan íntima con Él que llegamos a ser uno. Sus intereses y los nuestros se hicieron mutuos e idénticos. Nosotros tenemos comunión con Cristo en su amor. Lo que Él ama, lo amamos nosotros. Él ama a los santos; nosotros también. Él ama a los pecadores; nosotros igual. Él ama a la pobre especie humana, que está pereciendo, y desea ver los desiertos de la tierra transformados en jardín del Señor; y así lo deseamos nosotros. Nosotros tenemos comunión con Él en sus deseos. Él desea la gloria de Dios; y nosotros trabajamos para lo mismo. Él desea que los santos estén donde Él está; y nosotros deseamos estar con Él. Él desea derrotar al pecado; y nosotros luchamos bajo su bandera. Él desea que el nombre de su Padre sea amado y adorado por todas sus criaturas; y nosotros oramos a diario: «Venga tu reino, Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra». Nosotros tenemos comunión con Cristo en sus sufrimientos. No somos clavados en la cruz ni morimos de muerte cruel, pero si Él es vituperado, lo somos igualmente nosotros. Nos es muy agradable ser afrentados por su causa, ser despreciados por seguir al Maestro y tener el mundo en contra de nosotros. El discípulo no tiene que ser más que su Maestro. Dentro de nuestra capacidad también tenemos comunión con Él en sus labores, ministrando a los hombres con la palabra de verdad y con las obras de amor. Nuestra comida y bebida, como fue la de Él, es hacer la voluntad del que nos envió y acabar su obra.
    También tenemos comunión con Cristo en sus goces. Somos felices en su felicidad y nos gozamos
    en su exaltación. Creyente, ¿has proba-do alguna vez aquel gozo? No hay en la tierra placer más
    puro y conmovedor que tener en nosotros el gozo de Cristo, para que nuestro gozo sea cumplido.
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  • Lecturas Matutinas 22 de noviembre "Respondió por todas sus ovejas"
    Nov 23 2024
    Respondió por todas sus ovejas
    Israel sirvió para adquirir mujer, y por adquirir mujer fue pastor (Oseas 12:12)

    Jacob describe así sus fatigas mientras alterca con Labán: «Estos veinte años he estado contigo.
    Nunca te traje lo arrebatado por las fieras; yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, de mi mano lo requería. De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño se huía de mis ojos». La vida terrenal del Salvador fue mucho más fatigosa que la de Jacob. Él guardó todas sus ovejas hasta dar este último informe: «De las que me diste, no perdí ninguna». Su cabello fue mojado con rocío y sus guedejas con las gotas de la noche. El sueño huyó de sus ojos pues toda la noche estuvo en oración, luchando en favor de su pueblo. Una noche rogó por Pedro; luego intercedió por otro. Ningún pastor podría jamás proferir, por la dureza de su trabajo, lamentos semejantes a los que hubiera podido proferir Jesucristo por la dureza de los que Él realizó para conseguir a su esposa. «Las frías montañas y el aire de medianoche fueron testigos del fervor de su oración. El desierto conoció sus tentaciones, sus conflictos y también su victoria.» Labán exigió a Jacob todas las ovejas. Es agradable detenernos a considerar el paralelo espiritual de este hecho. Si las ovejas eran arrebatadas por las fieras, Jacob tenía que pagarlas. Si alguna de ellas moría, él tenía que responder por ella, pues era fiador de todas. ¿No fueron los trabajos de Jesucristo por su Iglesia, los trabajos de uno que estaba bajo las obligaciones de fiador, y que, por lo tanto, tenía que llevar salvos a todos los creyentes a las manos de aquel que se las confió a su custodia? Mira al fatigado Jacob y ve en él una representación de aquel de quien leemos esto: «Él, como pastor, apacentará su rebaño».
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  • Lecturas Matutinas 21 de noviembre "Nada intentemos sin la mediación del Espíritu"
    Nov 23 2024
    Nada intentemos sin la mediación del Espíritu
    “No contristéis al Espíritu Santo”. Efesios 4:30.

    TODO lo que el creyente tiene debe venir de Cristo, pero viene únicamente por el canal del Espíritu
    de toda gracia. Además, así como todas las bendiciones vienen a ti por medio del Espíritu Santo, así también los pensamientos santos, el culto fervoroso y los actos de bondad no pueden salir de ti, sin la obra santificadora del mismo Espíritu. Aun la buena simiente (si fuese sembrada en ti) no
    germinaría si el Espíritu no obrara en ti “así el querer como el hacer por su buena voluntad”.
    ¿Deseas hablar por Jesús? ¿Cómo lo podrás hacer si el Espíritu Santo no toca tu lengua? ¿Quieres orar? ¡Qué pesada resulta esta obra si el Espíritu no intercede por ti! ¿Deseas vencer el pecado? ¿Quieres ser santo? ¿Quieres imitar a tu Maestro? ¿Deseas ascender a las más encumbradas alturas de la espiritualidad? ¿Anhelas ser como los ángeles de Dios: lleno de celo y ardor por la causa del Maestro? Sin el Espíritu no puedes hacer ninguna de esas cosas. “Sin mí, nada podéis hacer”. ¡Oh, pámpano de la vid, tú no puedes llevar fruto sin la savia! ¡Oh, hijo de Dios, aparte de la vida que Dios te da por medio de su Espíritu, tú no tienes vida en ti mismo! No lo contristes, pues, ni provoques su ira con tus pecados. No lo apaguemos en ninguna de las delicadísimas operaciones que lleva a cabo en nuestras almas; cumplamos cada una de sus sugestiones y estemos listos para obedecer todos sus impulsos. Si el Espíritu es en realidad tan poderoso, no intentemos nada sin él. No empecemos ningún proyecto, ni prosigamos ninguna empresa, ni cerremos ningún trato sin implorar su bendición. Convenzámonos de que sin él somos enteramente débiles, y dependamossólo de él, haciendo nuestra esta oración: “Abre tú mi corazón y todo mi ser para que puedas entrar, y susténtame con tu libre Espíritu cuando yo lo haya recibido en mi corazón”.
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  • Lecturas Matutinas 20 de noviembre "Cultivando siempre un espíritu de gratitud"
    Nov 23 2024
    Cultivando siempre un espíritu de gratitud
    Abogaste, Señor, la causa de mi alma (Lamentaciones 3:58)

    Observa cuán positivamente habla el profeta. No dice «Espero, confío, pienso algunas veces que
    Dios ha abogado las causas de mi alma», sino que habla del asunto como de una realidad
    indiscutible. «Abogaste la causa de mi alma.» Librémonos, con ayuda del Consolador, de estas
    dudas y temores que tanto perjudican nuestra paz y bienestar. Pidamos a Dios que nos conceda
    vernos libres de la desagradable y gruñona voz de la sospecha y del recelo, y que nos enseñe a
    hablar con la clara y melodiosa voz de la plena seguridad. Observa con cuánta gratitud habla el
    profeta, atribuyendo la gloria solo a Dios. No hay aquí ni una sola palabra tocante a sí mismo o a su defensa. Él no atribuye su rescate a ningún hombre, y mucho menos a sus propios méritos. El
    profeta dice, más bien, lo siguiente: «Tú, oh Señor, tú abogaste la causa de mi alma, tú redimiste mi vida». El cristiano debiera cultivar siempre un espíritu de gratitud; y, especialmente después de
    haber sido librados de alguna prueba, tendríamos que cantar a nuestro Dios. La tierra debiera estar
    llena de cantos, entonados por santos agradecidos; y cada día debiera ser un incensario, en el que
    arda el incienso de la acción de gracias. ¡Cuán alegre parece estar Jeremías mientras recuerda la
    bendición de Dios, y cuán triunfalmente eleva el tono! Él había estado en la mazmorra y, hasta
    ahora, no era otra cosa que el profeta llorón; sin embargo, en el mismo libro llamado
    Lamentaciones, sonora como el canto de María cuando tocaba el pandero, penetrante como el tono de Débora cuando salió al encuentro de Barac con exclamaciones de victoria oímos la voz de
    Jeremías que, subiendo al cielo, dice: «Tú abogaste, Señor, la causa de mi alma; tú redimiste mi
    vida». ¡Oh, hijos de Dios!, procurad tener una experiencia vital de la bondad del Señor; y cuando la
    tengáis, hablad de ella con certeza.
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  • Lecturas Matutinas 19 de noviembre "Ocupemos nuestros talentos en algo provechoso"
    Nov 23 2024
    Ocupemos nuestros talentos en algo provechoso
    Evita las cuestiones necias (Tito 3:9)

    Nuestros días son pocos y, si hacemos bien, los usamos mucho mejor que cuando disputamos sobre asuntos que, en el mejor de los casos, son de menor importancia. Los antiguos escolásticos
    ocasionaron mucho mal con sus incesantes discusiones sobre asuntos que carecían de importancia práctica. Nuestras iglesias padecen mucho de discusiones sin importancia sobre puntos oscuros y cuestiones insignificantes. Una vez todo lo que podía decirse se ha dicho, ninguno de los dos bandos resulta más sabio que el otro y, en consecuencia, la discusión no fomenta el conocimiento ni el amor. Es absurdo sembrar en terreno tan estéril. Cuestiones sobre detalles que la Biblia calla, sobre misterios que pertenecen solo a Dios, sobre profecías de dudosa interpretación y sobre maneras de observar ceremonias humanas son todas cuestiones necias que los hombres sabios evitan. Nuestra tarea no es preguntar ni responder cuestiones necias, sino evitarlas enteramente. Y si observamos el precepto del apóstol (Tit. 3:8.) de procurar gobernarnos por buenas obras, nos ocuparemos en trabajos provechosos, y así no tomaremos mucho interés en contenciones indignas e inútiles. Hay, sin embargo, cuestiones que no son necias y que no deben ser evitadas, sino imparcial y honestamente encaradas. He aquí algunas: ¿Creo en el Señor Jesucristo? ¿Ha sido renovado miespíritu? ¿Ando yo, no según la carne, sino según el Espíritu? ¿Estoy creciendo en la gracia? ¿Adorna mi conversación la doctrina de Dios mi Salvador? ¿Espero la venida del Señor y estoy velando como un siervo que aguarda a su amo? ¿Qué más puedo hacer por Jesús? Preguntas como éstas demandan nuestra urgente atención. Si hemos estado entregados a cavilaciones, ocupemos desde ahora nuestros talentos en trabajos más provechosos. Seamos pacificadores y enseñemos a otros a «evitar cuestiones necias».
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  • Lecturas Matutinas 18 de noviembre "El corazón del cristiano es la fuente reservada para Jesús"
    Nov 23 2024
    El corazón del cristiano es la fuente reservada para Jesús
    Fuente cerrada, fuente sellada (Cantares 4:12)

    En esta metáfora, que se refiere a la vida íntima del creyente, tenemos expresada muy claro la idea del secreto: Es una fuente cerrada, como eran las fuentes de Oriente sobre las que se levantaba un edificio, de modo que nadie podía llegar hasta ellas, salvo los que conocían la entrada secreta. Así es el corazón del creyente cuando es renovado por la gracia; hay en él una vida misteriosa que ningún arte puede tocar. Éste es un secreto que ningún otro hombre conoce; más aún: que el mismo hombre que lo posee no puede revelarlo a su prójimo. El texto no solo incluye secreto, sino también separación. Ésta no es la fuente común de la que puede beber todo transeúnte, sino una fuente guardada y preservada. Es una fuente que lleva una marca, un sello real, de suerte que todos puedan conocer que no es una fuente pública, sino una fuente que tiene dueño, y, por eso mismo, está sola. Así pasa con la vida espiritual. Los escogidos de Dios fueron separados por decreto eterno; fueron separados por Dios en el día de la redención; son separados porque poseen una vida que los otros no tienen. Es imposible que se sientan cómodos en el mundo o que hallen satisfacción en sus placeres. Aquí tenemos también la idea de santidad. La fuente cerrada es preservada para uso de alguien en especial. Y lo mismo acontece con el corazón del cristiano, la fuente reservada para Jesús. Todo cristiano debiera saber que tiene sobre sí el sello de Dios, y debería estar en condiciones de decir con Pablo: «De aquí adelante nadie me sea molesto; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús». Otra idea prominente en el texto es la de seguridad. ¡Cuán segura es la vida interior del creyente! Aunque los poderes de la tierra y del infierno se combinaran contra ella, esa vida inmortal seguiría existiendo, pues el que la dio brindó su vida para que fuese preservada.
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  • Lecturas Matutinas 17 de noviembre "Cualquier deseo estará subordinado a su gloria"
    Nov 17 2024
    Cualquier deseo estará subordinado a su gloria
    A Él sea la gloria por los siglos. Amén (Romanos 11:36)

    «A Él sea la gloria por los siglos.» Éste debiera ser el único deseo del cristiano. Todos los otros
    deseos deben estar subordinados a éste. El cristiano puede anhelar prosperidad en sus negocios,
    pero solo hasta donde ese anhelo le ayude a promover lo que dice este versículo: «A Él sea la gloria por los siglos». Puede desear tener más dones, pero con la finalidad de que «a él sea gloria por los siglos». No estás obrando como debes cuando lo haces impulsado por otro motivo que no sea el de la gloria de Dios. Como cristiano, eres «de Dios y por mediación de Dios»; vive, pues, «para Dios». Que nada haga latir tu corazón tan fuertemente como el amor a Dios. Que esta ambición inflame tu alma; que sea el fundamento de todas tus empresas y la fuerza que te sostenga cuando tu celo se enfríe. Haz de Dios tu único objeto y depende de Él, pues donde empieza el yo, empieza la aflicción. Que tus deseos en favor de la gloria de Dios crezcan. En tu juventud, lo has alabado; no te satisfagas ahora con las alabanzas que le tributaste en tu juventud. ¿Te ha prosperado Dios en tus negocios? Como Él te dio más, tribútale tú también mayores alabanzas. ¿Te ha dado experiencia? Alábalo, pues, por poseer ahora una fe más poderosa. ¿Ha crecido tu conocimiento? Entonces canta más melodiosamente. ¿Gozas ahora de tiempos más felices de los que has gozado tiempo atrás? ¿Te has restablecido de alguna enfermedad y tu tristeza ha tornado en gozo y paz? Entonces canta más a menudo a su nombre. Pon más brasas y más incienso limpio en el incensario de tu alabanza. En tu vida práctica da a Dios la gloria debida a su nombre. Con tu servicio personal
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  • Lecturas Matutinas 16 de noviembre "El forma la suma total de la herencia de mi alma"
    Nov 16 2024
    El forma la suma total de la herencia de mi alma
    Mi porción es Jehová, dijo mi alma (Lamentaciones 3:24)

    No dice: «El Señor es en parte mi porción», ni: «El Señor está en mi porción», porque Él mismo
    constituye la suma total de la herencia de mi alma. Dentro del perímetro de aquel círculo está todo
    lo que poseemos o deseamos. El Señor es mi parte. No meramente su gracia, ni su amor, ni su
    pacto, sino Jehová mismo. Él nos escogió a nosotros como su parte, y nosotros lo hemos elegido a
    Él como nuestra parte. Es verdad, el Señor debe primero elegir nuestra herencia en nuestro lugar, de lo contrario, por nosotros mismos, nunca la elegiremos. Si realmente somos llamados de acuerdo con el propósito de la elección de amor podemos decir: «Dios me amó. Yo, por mi parte, ardo de amor por Él. Dios, antes que empezara el tiempo, me eligió. Yo, a mi vez, lo elijo a Él».
    El Señor es nuestra omnisuficiente parte. Dios satisface; y si Dios en sí mismo es suficiente, debe
    también ser suficiente para nosotros. No es fácil satisfacer los deseos de un hombre. Cuando se
    imagina que está satisfecho, en seguida se da cuenta de que aún hay algo más allá, y la sanguijuela de su corazón clama, al instante: «Trae, trae». Pero todo lo que podemos desear es ser hallados en nuestra divina porción, de suerte que digamos: «¿A quién tengo en el cielo, sino solo a ti?». Y añadamos: «Aparte de ti, no deseo nada de lo que hay en la tierra». Bien podemos nosotros «gozarnos en el Señor», que nos permite beber del torrente de sus delicias. Nuestra fe extiende sus alas y asciende como águila al cielo del divino amor, donde está su refugio. «Las cuerdas nos cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que nos ha tocado.» Gocémonos en el Señor siempre. Mostremos al mundo que formamos un pueblo bienaventurado y feliz, y los induciremos a exclamar: «Nosotros iremos contigo, porque hemos oído que Dios está contigo».
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