En los años treinta, Jesús se apareció a Santa Faustina Kowalska, una humilde y bondadosa monja polaca, y le reveló la profundidad de su misericordia. Santa Faustina ingresó en la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en 1925, pero falleció sólo trece años después a causa de la tuberculosis, en 1938. A lo largo de su vida de santidad, recibió continuamente revelaciones de Jesús y escribió diligentemente en su diario lo que Él le decía. Santa Faustina fue canonizada por San Juan Pablo II el 30 de abril de 2000.
En 1935, un ángel se le apareció a Santa Faustina, y ella escuchó el llamado para orar por la misericordia. Al día siguiente, Cristo se le apareció y la instó a que rezara la Coronilla sola y con otros a la hora de la muerte. Ella escribió esta revelación en su diario:
Anima a las almas a rezar la Coronilla que te he dado. Quien lo recite recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Cuando recen esta Coronilla en presencia de los moribundos, Yo me pondré entre Mi Padre y el moribundo, no como el Juez justo, sino como el Salvador Misericordioso. Los sacerdotes la recomendarán a los pecadores como su última esperanza de salvación. Aunque hubiera un pecador muy endurecido, si recitara esta Coronilla una sola vez, recibiría la gracia de Mi infinita misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a aquellas almas que confían en Mi misericordia. Por medio de la Coronilla obtendrás todo, si lo que pides es compatible con Mi voluntad.