Bendecir y multiplicar  

Este principio se trata del gozo de dar, no de la cantidad de dinero.  

El punto es ver el reino de Dios ampliarse, ver ministerios avanzar, y ver iglesias crecer y ver personas rotas volver a armarse.   

Dios es un maestro de la multiplicación.  

Dios multiplica el aceite, el pan, el vino.  

En Lucas 9 vemos cómo multiplica el alimento para 5 mil familias. Lucas 9:12-17   

Si fuésemos los alumnos de Jesús, imagina que dejaste todo para investigar si Jesús es el Mesías.  Se juntan multitudes, alrededor de 5 mil familias (20 mil personas) para escuchar a Jesús.  

Y en lugar de terminar la lección a mediodía Jesús sigue enseñando, pasa la 1, 2, 3 hasta las 5 pm y la gente comienza a decir que tiene hambre.   

Cuando les dijo Jesús que ellos los alimenten, ellos sólo pudieron conseguir 5 cajitas felices y lonches de unos niños.  Finalmente, milagrosamente 12 personas logran que 20,000 personas se sienten en grupos de 50 personas.  Te acercas a Jesús y le dices que los lograste acomodar, y te preguntas cómo va a hacer para dar de comer.   

Entonces Jesús toma los peces y los panes, mira hacia el Cielo y los bendice.  “Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos junto con los pescados para que los distribuyeran entre la gente”  El milagro ocurrió mientras ellos distribuían los pedazos entre la gente, en manos de los alumnos.   El primer principio es bendecir algo antes de que se multiplique.  

Sólo Jesús, quien recibe nuestras ofrendas, es quien tiene el poder de bendecir para que se multiplique. 

 Sólo aquello que se distribuye se multiplica.  Si los alumnos se hubieran comido los 5 panes y los 2 pescados, estos jamás se hubieran multiplicado.   

Poner a Dios primero con los primeros frutos es distinto que la generosidad.  Las primicias de lo que recibes causa que nuestros recursos sean bendecidos, y es simplemente regresar lo que ya le pertenece a Él.  

El remanente es tuyo o para la generosidad.  Las primicias es regresar.   

En la parábola de los talentos, el siervo malvado sólo regresó lo que ya era de Su Señor.  

1. Ponemos a Dios primero para bendecir nuestras finanzas  Cuando entiendes que las primicias son de Dios, no las quieres en tu casa, no las usas para unas vacaciones o para pagar la colegiatura, las apartas para glorificar a Dios.   

Ofrendar para cuidar a la Iglesia, es hacerte cargo de la Novia de Cristo, quien pronto volverá.  

2. Damos más allá del diezmo para que así se multiplique lo que damos.   

Dios tiene expectativas sobre nosotros para que demos ofrendas más allá del diezmo.  No debe ser una propina, sino una expresión significativa de nuestra dependencia a Dios y nuestra gratitud hacia Él.  

Mientras el diezmo es fácil de comprender y de enseñar. Ayuda a mejorar la disciplina y el carácter.  Aumentar la generosidad a un 10% también puede convertirse en un cambio radical en la vida espiritual.